Y, si suena despectivo, disculpadme porque esa no es mi intención. Escribir una novela que entretenga a más no poder y que, encima, encierre entre sus páginas una especie de moraleja que nos invite a reflexionar no es nada (pero que nada) fácil.

Dice la sinopsis:

«Abby y Brendan Hollander no son felices. Casados desde hace años, su matrimonio se encuentra en punto muerto. Él trabaja para el estado investigando delitos financieros y blanqueo de capital; ella es escritora, su primera novela fue un bestseller y ahora sufre un bloqueo que le impide escribir la segunda. Sus ahorros se están acabando, igual que su matrimonio, así que deciden ir a terapia de pareja. La terapeuta les aconseja que, para darle salsa a su relación y a su vida sexual, se descarguen Sugar & Spice, la aplicación del momento que está triunfando en todo el mundo y que está convencida de que los ayudará. Su funcionamiento es como el de verdad o reto: si escoges «Sugar», debes hacer algo picante, y si escoges «Spice», debes superar un reto. Al principio funciona y su relación mejora, pero poco a poco todo se complica y, sin darse cuenta, acaban atrapados en un peligroso juego a vida o muerte».

Las APP.

¿Cuántas veces hemos leído, enteramente, los «términos, permisos y condiciones de uso» de las aplicaciones que nos descargamos? ¿Una? ¿Dos? ¿Ninguna, tal vez? Demasiado largas. Demasiada letra pequeña. Demasiada pereza. «Aceptar. Aceptar. Aceptar». Todo nuestro mundo en un aparato electrónico. Nuestra vida. Nuestra familia. Nuestros amigos. Nuestros secretos…

Así comienza A puerta cerrada. Con la descarga y posterior instalación de una App. Y entonces empiezan a aparecer todos los posibles «¿y si…» que uno se pueda imaginar.

Barker utiliza esta premisa para hacernos reflexionar sobre el uso de las tecnologías y cómo nos exponemos con ellas. La verdad es que es bastante angustiante toda la trama y el ambiente que crea el autor en, sobre todo, la primera parte de la novela.

Acción. Acción. Acción.

Una vez pasamos, más o menos, de la mitad del libro, entramos de lleno en la acción pura y dura. En las persecuciones, las peleas, las huidas y los planes más peliculeros.

Todo muy visual. Capítulos (aún más) cortos en los que las escenas transcurren a un ritmo frenético, incluso vertiginoso. Cambios radicales de plano, de personaje. Muy «americano».

Muy americano y muy, muy entretenido. Característica que, por otra parte, pido siempre a una novela y, evidentemente, más si se trata de un thriller.

Finalmente…

«Ha pasado un rato desde mi último libro, y lo siento muchísimo».

Así empieza la nota del autor que se encuentra al final de la novela. Y, aunque se pueden entender sus disculpas, estas están más que justificadas después de comprender la magnitud de la trama y la cantidad de hilos y detalles que debían conectarse. Además, está bien que uno pueda escribir sin presión y sin fechas límite; solo por el placer de «hacer palabras» y compartirlas cuando uno crea que ha llegado el momento.

Ojalá más libros escritos así. Quizá nos ahorraríamos más de una (y de dos) decepciones.

¿Lo recomiendo?

Evidentemente, sí.

Evasión y diversión pura y dura.

Marta Cañigueral Ayllón

El llanto del cuco d'Iván Ledesma